Día de fiesta

Padre Hugo Tagle

Cuidemos la democracia. Hemos aprendido dolorosamente que es más frágil de lo que creemos. Y eso pasa por una participación robusta, seria y responsable en las próximas elecciones. Yo creía de buena fe que un parlamento más numeroso y voto voluntario de alguna manera inyectarían probidad, sentido cívico, mayor civilidad. Un error.

Los patéticos espectáculos ofrecidos por algunos diputados hablan de que menos, es más. Su conducta irresponsable, burlesca, confirma una vez más que se requieren en ese gremio cambios profundos. Habrá que subir la vara, ser más exigentes y elegir mejores representantes.

El voto voluntario también fue un error. En fin, falta mayor educación, mover a mayor responsabilidad cívica y permear con un mejor discurso y convicción sectores que se han marginado de "la cosa pública". El trabajo empieza en los barrios, juntas de vecinos y municipalidades. La democracia directa en esas comunidades es antesala de un ejercicio democrático mayor.

Así y todo, nos debemos alegrar por el régimen y sistema electoral del que gozamos.

Lamentablemente, más de la mitad de la humanidad cuenta con democracias débiles o francas dictaduras.

Notable la cantidad de candidatos que postulan a los distintos cargos públicos. Felicitaciones a todos ellos. En algunas localidades la papeleta de elección será una verdadera sábana. Quien alegue "falta de democracia o poco espacio de participación", miente.

Dos tareas se presentan por delante. La primera, obvia, es ir a votar e invitar a otros a hacerlo.

Aunque voten nulo. Para un cristiano u hombre de fe es un deber moral incuestionable; una obra de caridad y servicio al bien común.

Segundo: las coaliciones deben buscar puntos de acuerdo. Ninguno logrará una mayoría tal que pueda desentenderse del otro. Estamos obligados a entendernos. Por lo demás, ahí es donde se nota la inteligencia y habilidad, el amor por la patria y la democracia. La política es diálogo, consideración y validación de puntos comunes. Hágase a la idea, buen lector, de que deberá convivir con su peor adversario en un país pequeño como es Chile.

Debemos condenar toda suerte de violencia. Y menos ser cómplices de amenazas o chantajes.

No podemos normalizar las amenazas. Quien quiera ser apreciado por "el pueblo", debe cambiar su discurso y propuestas. Las mayorías se construyen a partir de convicciones atractivas, buenas ideas, no de miedo y amenazas.

El pueblo expresa su voluntad soberana a través del voto, en elecciones libres. Vote. Sea responsable. Que el domingo sea una fiesta de la democracia.